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Cal esmolar la destral

  • Mireia Masip - Psicòloga
  • May 1, 2013
  • 2 min de lectura

Inicio aquest blog amb una metàfora sobre la necessitat (si, necessitat, amb totes les lletres) d'afilar l'eina de treball de tant en tant, fent cas de les senyals que ens arriben del nostre interior i de l'exterior.

Si obviem aquests indicadors, caiem en el procés d'autoignorar-nos al que ens aboca la societat actual, només orientada a resultats i producció, sense deixar-nos espai per escoltar-nos, regular-nos, i en definitiva: cuidar-nos.

EL HACHERO ESFORZADO

Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera.El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún y así el hachero se decidió a hacer un buen papel .

El primer día se presentó al capataz, quien le dió un hacha y le designó una zona.

El hombre entusiasmado salió al bosque a talar.

En un solo día cortó 18 árboles.

Te felicito -dijo el capataz- sigue así.

Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente, así que esa noche se acostó bien temprano. A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño no consiguió cortar más que quince árboles.

Me debo haber cansado- pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.

Al amanecer se levantó decidió batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo al día siguiente no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete , luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear el segundo árbol.

Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba la límite de desfallecer.

El capataz le preguntó: ¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?

-¿ Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.

 
 
 

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