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AFRONTAR LOS MIEDOS INFANTILES

  • Mireia Masip
  • Jun 19, 2016
  • 3 min de lectura

Los miedos en los niños son comportamientos que se pueden mantener de adultos. Si no les impiden llevar una vida normal, no representan un problema, pero puesto que su origen suele estar en la infancia, vale la pena afrontarlos en ese momento. Existen ciertas edades en las que se dan determinados miedos con relativa frecuencia y que no constituyen una patología, sino que forman parte del desarrollo normal del niño y suelen desvanecerse a medida que el niño madura.

Estos miedos evolutivos evolucionan a medida que también aumentan capacidades como la imaginación, y la comprensión de la realidad versus la fantasía, de forma que será más habitual encontrar miedos más básicos en los primeros meses de vida del niño, para ir dando paso a miedos más abstractos, basados en la imaginación o en la anticipación de consecuencias no deseadas en el campo social.

Para poner algunos ejemplos de miedos evolutivos, en bebés de hasta 6 meses, puede aparecer miedo a ruidos fuertes o estímulos intensos; así como a partir de esa edad los niños pueden tener miedo a las personas desconocidas, al ya ser capaces de identificar las caras. En el primer año son frecuentes los miedos relacionados con estímulos intensos y a separarse de los padres. Hasta los 6 años, son comunes los temores relacionados con animales, tormentas, oscuridad, seres imaginarios como fantasmas o monstruos y catástrofes naturales. A los 6 años aparece el miedo al daño físico, al ridículo, a perderse, dormir solo y, posteriormente, a las enfermedades y accidentes, al fracaso escolar o a los conflictos entre los padres. Es a partir de los 12 años, en la adolescencia, que predominan los miedos sociales y relacionados con la autoestima.

Como hemos visto, es normal que el niño tenga, a lo largo de su desarrollo, algún tipo de miedo pasajero, pero eso no significa que no podamos intervenir como padres. La actitud de las personas que rodean al niño con miedo es importante para evitar que el temor se agrave y se convierta en fobia.

Los miedos están presentes en la evolución normal del niño, y solo se vencen haciéndoles frente y sacando a la luz su base irracional. Por el contrario, si los evitamos, los miedos aumentarán. En lugar de proteger al niño del malestar inicial por tener que afrontar sus miedos, debemos darle herramientas para que pueda enfrentarse a ellos, ya que así aprenderá a superar los temores con los que se pueda encontrar más adelante, y aumentará su autoestima.

Algunas de las pautas que pueden seguir los padres para ayudar al niño a enfrentarse al miedo son:

- No ridiculizarlo, ponerse en su lugar y tranquilizarlo. Sentirse molesto o llamarle “cobardica” por sentir miedo por algo que consideramos inofensivo, sólo hará que su miedo aumente y su autoestima descienda.

- No utilizar el miedo como pauta educativa. Decirle “Si no comes vendrá el coco por la noche” provocará que el niño crea que su miedo tiene más fundamento del que realmente tiene.

- Ser nosotros un modelo de estilo de afrontamiento tranquilo al miedo.

- No obligarlo a que se enfrente a los estímulos de forma directa y brusca, ya que provocaríamos más miedo. Ir enfrentando el miedo poco a poco y paulatinamente.

- Y, el más importante, premiar cualquier esfuerzo que haga por vencer su miedo, así como cualquier avance que realice, haciéndolo sentir responsable y orgulloso de su proceso.


 
 
 

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